Tantos días andando dan para mucho. Entre otras cosas, dan para observar a quienes se cruzan en el camino y, como no puedo evitar ser racional ni aún aquí, también dan para clasificarlos. Casuales, esforzados, emuladores (con mayor o menor fortuna) de Kilian Jornet, modernos, gallitos… Cuanto más inaccesibles son los caminos, más uniforme es la gente (y también más solitaria y educada): montañeros, generalmente bien equipados pero sin estridencias (salvo los ingleses) que andan a buen ritmo, sonríen, ceden el paso y se prestan a breves charlas normalmente de carácter informativo.
Pero conforme uno se acerca a los núcleos más transitados, aparecen los corredores —o supuestos corredores— de montaña (con sus calcetines subidos hasta las rodillas, sus mochilas-chaleco con camelbag y sus Salomon de trail); los modernos (también con Salomon de trail pero vestidos de negro ajustadito de arriba a abajo); los previsores (con el mapa en una funda transparente y colgado del cuello); las parejas en las que la chica resopla unos metros por detrás del chico intentando (sin éxito) seguir su ritmo; los que andan con su perro; las parejas de hombres (casi nunca de mujeres)…
En Nuria, además, se crean microuniversos favorecidos por los alojamientos disponibles: el hotel, el albergue y la zona de acampada. En el hotel se alojan quienes van a la montaña pero no pisan la montaña: familias con niños cuya diversión es, fundamentalmente, introducirse en la zona de juegos (casi la misma que puede haber en un parque) o montar al niño en pony. En el albergue, a muchos metros por arriba, están los grupos de jóvenes y los montañeros. Y la zona de acampada da acogida a un variopinto grupo de especímenes diversas: genuinos andadores, despistados que han llegado casi por casualidad o aquellos que se instalan (a pesar de estar prohibido el hacer más de dos noches) para unas vacaciones.
Anoche me tocó dormir en esta última y allí apareció el último de los especímenes: el casado solitario metomentodo que juega a maestro de ceremonias. Vamos, un pesado en toda regla que, de forma inicialmente simpática, aglutinó en torno a él a cuatro personas más (entre ellas, yo, ¡se sentaron en mi mesa!). A sus nada despreciables sesenta años, dirigió la conversación hacia ¡los horóscopos! (¡Horror!¿Todavía con esas?) y a meterse descaradamente en la vida personal del sector femenino del grupo. Menos mal que resultó ser tacaño y, para zafarme de él (de ellos) solo tuve que irme a cenar al restaurante del hotel. ¡Pero costó!
Y por la mañana, rumbo adelante por estas montañas «de vacas» (de suaves curvas y uniformemente tapizadas de verde) que han sustituído, ya desde Andorra, a la proliferación de lagos del Val d’Aran y del Pallars Sobira los cuales, a su vez, sustituyeron a los roquedales aragoneses. En el camino puedo observar, una vez más, la multiplicidad y anarquía de las señalizaciones de los caminos: rayas rojas y blancas, rayas amarillas, o azules, o ¡rosas!, puntos rojos, puntos blancos, hitos… ¿Qué seguir?
En el camino, solitario hasta Noucreus (nueve cruces, las que adornan el collado), encuentro otro tipo de fauna: la primera marmota que se deja fotografiar y tres rebecos. ¡Un gusto!
Nueve cruces es: Noucreus. ¡Corrige! Y disculpa: les dones som torracollons, com ja saps. Petons!
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Cierto! Sorry! Corregido! Fallo total!
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Coño Eli! En esta jornada no has dejado títere con cabeza! Hasta lo de «primera marmota que se deja fotografiar» ha sonado a «marmota dominguera» Jajajaja. ¡¡Que ganas tengo de verte ya y escucharte en vivo!! Miles de muacs
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¿Recuerdas que además de cotilla soy un poco criticona? Pero vamos, que lo de ver hasta mala intención en lo de la marmota eso va a ser tu cerebro calenturiento! Ya queda menos!
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Querida Elisa, cuanto me gusta todo lo que escribes. además de tu hazaña estás desarrollando un talento literario extraordinario, el próximo reto: escribir una novela, luego premio planeta y a seguir corriendo, jajaja. ¿ Cuándo estarás de regreso? Un gran abrazo guapa y olé por ti
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Si me garantizas el Planeta, la escribo pero ya. Un besazo y a ver cuando organizamos la próxima quedada!
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Pues vaya fauna! (me refiero al pelma, claro…)
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Salvo ese especimen, lo juro, la gente es maja (mucho)!
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