Día 38. Coll d’Ares-Coustouges: La alternativa complicada.

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Así califica (eufemísticamente) el libro sobre la ARP que edita Desnivel a la opción de ruta que he elegido para ayer, hoy y mañana. En vez de continuar por la más concurrida, la que va más al norte y lleva a Amelie les Bains, atravieso la Alta Garrotxa.

¡Zarzas!

¡Zarzas!

La cuestión es: ¿qué significa «complicada»? Porque una puede imaginar que se trata de un trazado de orientación difícil, de caminos incómodos, con pasos aéreos o especialmente duros, o que se trata de un recorrido inusualmente largo. Y sí, las etapas son largas, y los caminos estrechos y mal indicados y organizados en una red compleja de difícil orientación (entre otras cosas porque la vegetación es espesa y apenas hay momentos de perspectiva). El caso es que, haciendo honor a su nombre, «garrotxa», que según la wikipedia significa «tierra áspera, rota y de mal pisar», la vegetación se come, literalmente, los caminos. Helechos, escobas y ¡zarzas! ¡miles de zarzas rastreras que me han dejado las piernas como un mapa mundi! Y mucho, mucho tiempo perdido enmedio de caminos imposibles dándole vueltas a si seguir o volver. Si pensaba llegar a Coustouges a las 17.00h, como mucho a las 18.00h, he llegado a las 20.30h. ¡Tardísimo para Francia! Me temía lo peor.

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Et voilá! Lo peor ha llegado. La gîte d’etape municipal en la que reservé plaza ayer, cerrada a cal y canto. Junto a ella, unos vecinos tomando ceveza. Les pregunto. Me preguntan. Me dan una cerveza. Y uno de ellos, empleado del ayuntamiento, se pone en marcha para hacerse con la llave del susodicho gîte. Mientras tanto, otro me invita a cenar en su casa. Su mujer ha guisado «pelotas de jabalí con trompetas de la muerte» y les ha fallado un invitado. La noche promete. En diez minutos todo arreglado: cama, ducha, comida… ¡Increíble! En la gîte estoy sola y las pelotas resultan ser una especie de albóndigas de carne (de jabalí, cazado por Richard, mi anfitrión policía) y las trompetas de la muerte no son sino setas (abundantísimas en los bosques estos días). Me siento increíblemente agradecida. Y además, tanto Richard como Marie, su mujer, hablan español porque sus padres son españoles, y hacen gala de una naturalidad y un sentido del humor difíciles de encontrar entre los franceses.

El walkman de las montañas.

El walkman de las montañas.

Alternativa complicada, sí, y también extremadamente solitaria, pero me queda una sabor excelente de boca y muchas ganas de volver a este pueblo tan increíblemente acogedor.

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