Andar con niebla es, quizá, el colmo de la soledad. El mundo desaparece alrededor y da lo mismo lo que haya a escasos metros, porque, simplemente, no se ve, no se oye, no se percibe. La experiencia externa se vuelve ciega y sorda y se reduce a la humedad en forma de múltiples y minúsculas gotas; la incertidumbre inevitable depende absolutamente del GPS para ser combatida; y la vivencia, más que nunca, se vuelve interna.
Ayer, entre Urepel y Auritz, viví una de esa etapas en las que prácticamente mi única compañía fue la niebla. Una compañía leal que no me abandonó durante todo el día. Junto a ella, algún que otro artista invitado: ovejas y vacas (lo normal) pero también insectos y rapaces (¿águilas?¿aguiluchos quizá?¡qué pena no saber suficiente de aves!). Estas últimas fueron especialmente impactantes por surgir de un mar de helechos, a pocos metros de mí, y sobrevolarme en vuelo rasante de sonido sobrecogedor.
En cuanto a los insectos… qué decir de ellos… los odio casi tanto como fascinantes le parecen a mi hermana. Ella es capaz de ver en ellos criaturas casi sobrenaturales cuya morfología y poderes merecen mucho más interés del que habitualmente les prestamos. Y no digo que no sea así, pero cuando notas que tu sudor se convierte en un aroma especialmente atractivo para ellos y que tu sangre deviene su alimento favorito…, entonces toda fascinación se vuelve aversión. Al esfuerzo de la subida se añade la necesidad constante de ahuyentar a las diminutas y no tan diminutas bestias (aun cuando en el intento me propine, yo misma, algún que otro bastonazo), y de sofocar picores reales o imaginarios.

Premio a quien vea las vacas y el indicador (están apenas a cinco metros las unas y a diez el otro)
¿Hacia dónde, o hacia quién, se fue entonces ayer mi vivencia interna? Hacia Ana, esa hermana mía a quien le debo lo que soy mucho más que a nadie de mi familia. Esa hermana rabiosamente protectora, sabia donde las haya, extrovertida y huraña a partes iguales, cultísima a pesar de que nunca terminó el bachillerato, y de una profundidad psicológica que no se sabe muy bien cómo casa con su (casi) obsesión por la juventud y la belleza. Una hermana hecha de contradicciones a la que a veces me pregunto si conozco aunque un hilo invisible haga que pueda sentir lo que ella siente. ¿Acaso conocemos a nuestra familia?¿No está ese conocimiento permeado de interpretaciones ajenas asumidas como propias, prejuicios heredados y experiencias y sentimientos sin procesar en los que no faltan los rencores y las envidias? Todo está ahí. Pero eso no cambia lo esencial: si tuviera que decir quién es la mujer más importante de mi vida, sería, sin duda, ella.

Árboles “hermanados”
Hoy no he andado, solo he paseado los escasos tres kilómetros y medio que hay desde Auritz hasta Roncesvalles. Aquí dormiré, de nuevo entre la niebla, y me preparo para unos días que me causan, cuando menos, respeto. Serán dos o tres noches en tienda y una en el refugio de Iraty. Los caminos están bien marcados, pero conforme me acerco a Belagua y recuerdo lo mal que lo pasé allí en su día, la tranquilidad da paso a un sentimiento de preocupación que no quiero ver pero que crece silencioso.
Hola Elisa, me ha sugerido el título de tu artículo una metáfora de esos «sentimientos sin procesar». Besos, abrazos y adelante con esos días respetuosos.
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Ya me la contarás. Da para mucho, creo.
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Elisa, como luz entre la niebla. ¡Adelante!
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🙂 🙂 🙂
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Elisa, gracias por contar tus vivencias y abrirte a tus amigos y amigas seguidores de tu camino. Nos encanta leerte. Mucho ánimo. Te seguimos
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😍
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Hola Elisa !!! Que bueno encontrarte de nuevo en esta ruta, nos va a encantar verte de nuevo, te deseamos todo el equipo Edelweiss Candanchu, una estupenda ruta. Un super abrazo!!!
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¡Amparo! ¡Qué bueno hablar contigo de nuevo! Lamentablemente, no sé si este año os visitaré. Estoy en Isaba y de momento paro. No sé si lo retomaré más adelante o tendrá que esperar al año que viene pero no te quepa duda de que antes o después me veréis llegar de nuevo con mi mochila a cuestas. Un fuerte abrazo!
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Gracias Elisa
Buen camino
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A ti. Siempre a ti!
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