Al final no valió de nada posponer la etapa de ayer por miedo a la lluvia. Es más, no sólo me he mojado hoy (y bien) sino que ayer me mojé aún más ya que me cayó una tormenta monumental en el trayecto entre el refugio de Vallferrera y Áreu, adonde bajé buscando un poco de civilización, cobertura, wifi y una cama de verdad. Imposible encontrar dos pronósticos del tiempo iguales. Imposible que el mismo pronóstico se mantenga dos horas. En lo único que parece haber acuerdo es que el tiempo estará revuelto durante, al menos, toda la próxima semana. Si espero el día perfecto, no acabo, luego la decisión es clara: si me mojo, me mojo.
¿La etapa de hoy? Podría hablar de paisajes maravillosos que no he visto (la niebla, la lluvia), de hermosos lagos que apenas he intuido o de vistas espectaculares totalmente ocultas en los puertos de Boet y de Rat. Podría. Pero mejor os hablo de mi taxista de esta mañana, Josep Maria, con el que he hecho el trayecto inverso al de ayer. Tras contarle que atravieso los Pirineos, ha alegando un tímido «con un par», pero tras decirle que lo que hago no es el GR11 sino la Alta Ruta, entonces ha concluido, con toda la contundencia del mundo, con un «tú vivirás en Sevilla pero ¡eres vasca!». Tendré que repasar mi árbol genealógico.
Es curioso cómo lo que un día se antoja imposible, al siguiente se afronta con humor. Esta mañana salí mentalizada de que me mojaría y eso me ha permitido andar sin preocuparme más de la cuenta (aunque confieso que subir dos puertos con niebla y lluvia no es lo más ilusionante del mundo). Me he reído de los resbalones, de las veces que mis posaderas han tocado el suelo, del frío del Puerto de Boet, de los despistes en la ruta, de mis pies flotando en agua, de mi nariz y mi pelo y mis cejas y mis pestañas goteando niebla, del no encontrar a nadie en el camino (ayer, que salieron todos, yo me quedé, y hoy, que salgo yo, no anda nadie). He hablado con las vacas y he pensado que si estaban ahí es que no había peligro de temporal. Y me he congratulado de lo bien que he subido. ¿Es o no es humor?
Lo mejor, el final: el mejor refugio de cuantos haya encontrado hasta la fecha, nuevo, amplio, cómodo, con wifi, con una habitación de ocho camas para mí sola, con jabón y secamanos y ¡estufa encendida en el comedor! (No es para menos, afuera hace sólo 9°C) y con un grupo (sí, de catalanes, lo normal por estos lares) que me invitan a Ratafía casero. ¿Mañana volverá a llover? ¿A quién le importa? En serio, y bravuconerías aparte, ¡por favor, que no llueva!
¡¡Venga Eli!! ¡Tu puedes, también, con esas jornadas de niebla y lluvia!! Al final de una mala jornada estaba el mejor refugio. ¡Siempre hay que mirar la botella de Ratafia medio llena! jejeje
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¿Y al final de dos jornadas de niebla y lluvia? ¿Y sin ratafía?…
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¡Tres hurras por los pensamientos positivos! Que no te abandonen. Y tienes razón. Por las montañas de Catalunya hay, casi solo, catalanes.
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Y alguna que otra sevillana-conquense con simpatías catalanas!😉
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… y una hispalo-conquense con un par o dos… Aúpa Elisa!!!
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…de narices… Besos!
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