A 2500m de altura. De collado en collado, de horqueta en horqueta. Y así durante la mayoría del día de hoy. Sobrepasando la niebla y andando por encima de ella. Ajena al mundo desde que conseguí, tras más de 1000m de ascenso, llegar al sol y, tras él, al primero de los puntos culminantes del día de hoy, la Horqueta de Héas. Un collado mínimo en espacio pero inmenso en panorámica que no se deja adivinar desde abajo y que sorprende no solo por su estrechez sino también por la desnudez de la pizarra que lo configura en su totalidad.
A partir de allí, un paseo por las nubes que conduce, tras dos collados más, al Circo de Barrude. Lo recorro en todo su perímetro y el calor del espléndido sol que me acompaña se debate con la brisa helada de las alturas hasta llegar, ya en su punto final, a los hermosísimos lagos con que culmina y a contemplar los hierros destrozados y desparramados de lo que una vez fue el refugio de Barrude. Algún alud o temporal debió hace años entretenerse en destrozarlo y esparcir sus restos cual nave espacial estrellada en un planeta hostil.
Al final, y tra un último collado, una nueva, interminable, bajada. ¿Será mi subconsciente o es que cuanto más bajo más lejos queda el río Barrosa, al fondo del valle? Inmensas eses que recorren la montaña de extremo a extremo. Los pies quemando pero aguantando gracias al ibuprofeno que me he tomado antes de empezar el descenso. El sol ardiente. Mi cuerpo en forma. ¿Cuántos kilómetros quedan? Aún bastantes. La etapa es larga.
Hoy me espera Ramon al final de la jornada. Viene a servirme de apoyo y a acompañarme en alguna etapa. ¡Me voy a liberar del mochilón durante algunos días! ¡Y eso que creo que ya estoy definitivamente acostumbrada a él! Estoy impaciente por ver cómo es subir sin lastre. ¿Será igual de penoso?¿Podré, por fin, sentirme ligera?¿Seguirán adelantándome todos los excursionistas? ¿Estaré haciendo trampa?
En un par de días el tiempo se estropea lo que supone paréntesis obligado y reorganización de etapas. Además, tengo que estudiar mapas y paradas porque se avecinan días en los que, de nuevo, va a ser difícil coincidir con sitios civilizados.
Continuará…
Animo Campeona !!! Un abrazo desde el Edelweiss Candanchu
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Abrazos!
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A ver….que Ramón esté al final de la jornada me parece perfecto…que te acompañe en las etapas nada que objetar….pero ¿abandonar la mochila?…..A ver explícate….¿quien lleva la mochila? ¿Ramón? ¿O has contratado un porteador? Jajaja
Por cierto…¡un fuerte abrazo para Ramón! y para ti..lo de siempre….¡miles de besos y abrazos y mucho ánimo!
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Que no!!! Que yo sigo andando sola y Ramon se lleva la mochila en el coche!!! Eso sí ¡siento que me falta!. Muchísimos besos!!!
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¡Preciosa tu foto de los lagos! Haces bien en cargar con la mochila a Ramon; verás qué bien eso de tener un porteador. Por cierto, dale un beso de mi parte.
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Él dice que hace de Litus (¿conociste a Litus, no?): porteador motorizado. Un abrazo mío y otro de su parte!
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Hola desde Sevilla!!!
La semana pasada Miguel, Antonio y Rocío me comentaron tu aventura. Acabo de ver tu blog y que sepas me he quedado enganchada: Ya no podré pasar sin saber de tus pies y rodilla.
Eres potente Elisa.
Ah… y el Himalaya seguro se culminó gracias a la ayudita de los sherpas, no?
Besazos!
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Eso, eso, ¡que vivanlos sherpas! Un besazo guapa!
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Espectaculares los paisajes que nos estas mostrando a través de las fotos, disfruta de ellos.
¡Animo! y besos.
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La pena es no haber podido traer la cámara para hacerlas con la calidad que se merecen pero… Otra vez será! Un beso!
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Muy bonito relato una vez más.
Nadie más que tú sabe si debes dejar que te ayuden con la mochila y elijas lo que elijas estará bien.
Mucha fuerza y mimos para tus pies.
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Creo que esa es una de las mejores filosofías de vida que se pueden tener! Un besazo!
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Brava, Elisa!
Como nos tienes acostumbrados, una maravilla tus relatos, tu siempre
impecable escritura, los lugares que nos muestras y tu entusiasmo!!!
,,,depues de la tormenta…
Besos y a seguir disfrutando…tú y nosotros contigo!
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Mil gracias de nuevo por tus palabras Cristina! Un fuerte abrazo!
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