¿Por qué no tengo miedo? Hoy es la primera noche que planto la tienda en medio de la montaña, a 1500m de altitud sin nadie a la vista ni tampoco nadie, posiblemente, en kilómetros a la redonda. Sin cobertura, rodeada de un paisaje hermosísimo y con el único ruido de los cencerros que suenan valle abajo. Y no tengo miedo. Al contrario, siento paz.
Ha sido un día muy duro. Caí en la tentación del desayuno caliente y eso retrasó mi salida hasta las 9.00h (tardísimo para lo que me esperaba) pero me dio la oportunidad de seguir charlando con Verla (¡por fin el nombre de la belga!) y con una pareja que también recorren el Pirineo, pero en bici. Él es profe de educación física recién jubilado y ella, también jubilada, era secretaria-contable. Verla es profe de infantil, tiene ¡cuatro hijos! y grandes, y está un poco triste tras su segundo divorcio pero seguro que los días que le quedan de su recorrido por el GR10 le sentarán estupendamente.
Y con el estómago lleno, montaña arriba. Y esta vez me he liado yo sola, porque por no gustarme el trazado inicial del GR12, que es el que debería seguir, ni confiar del todo después de lo de ayer en mi track de hoy, he tomado la vía de enmedio y me ha costado lo mío (además de una caída tonta sin consecuencias) reencontrar el buen camino: una subida eterna a pleno sol esquivando crestas rocosas hasta, casi, la cima del Ory. Me he quedado a 50m pero estaba tan cansada que no he dudado lo más mínimo en esquivarla e iniciar la bajada. Y más sol, y más cansancio y el paraíso en forma de alemanes que, en el puerto de Larrau, me han dado fruta y agua. ¡Prometo no volver a quejarme nunca de las caravanas!
A partir del Ory, todo es terreno fronterizo. Y desde el puerto de Larrau, todo son colinas verdes que se suceden y en cuyas cimas están las mugas fronterizas. Ahora mismo creo que voy por la 247. Un paso a la derecha y estoy en España. Uno a la izquierda y estoy en Francia. Un tanto absurdo eso de las fronteras.
Subiendo al Ory, de nuevo me ha invadido el desaliento y he pensado en que es imposible. Son momentos terriblemente duros. Sudando, sedienta, sintiendo las piernas (literalmente) temblar con el esfuerzo. Parece que no acaba nunca. Y eso que era tan solo el inico de una larguísima etapa que, como era de esperar, no he culminado, y por eso estoy aquí, a medio camino. Me consuela el pensar que sí he hecho más de la etapa correspondiente que hace Atlas Natura. Eso es que no estoy tan mal. Y una buena noticia, al final, y puesto que el terreno era mucho más suave, he andado casi deprisa, casi sin sentir la mochila y casi sin dolor de pies. ¿Os habéis dado cuenta de que ya no menciono la rodilla?.
Buenas noches.
Alma salvaje, espíritu libre 😉
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Al final va a ser que sí aunque no te creas, que el dúo tapas tira mucho!
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Elisa!!! Sigue!! Que yo quiero hacer eso algun dia y ni por asomo soy tan valiente como tu; asi que continúa y tríllame el camino!!
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Yo a trillar camino, Rocío de disco duro…… muy cómodo te veo yo a ti 😉
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Me apunto lo de Iraty: esas vistas desayunando valen por un año de jubilación. Ya me tenía «escamao» tanto silencio.
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Un tanto turístico a la francesa pero el bar es memorable por situación, autenticidad, amabilidad y precio. Y la gite no está nada mal.
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Ellisa Pula, siempre serás mi heroína, jeje. Abrazote y profunda admiración (teñida de envidia, claro). Sigue, sigue contando…
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Mientras me queden pies y el tiempo solo amenace… ahí seguiremos! Lo de heroína… como que yo podría decir lo mismo de ti. Besazos!
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Animo Elisa. Por si te sirve, mi experiencia es que, si no haces sobreesfuerzos, tu cuerpo se irá adaptando e iras cogiendo mejor forma física. Todas las mañanas te llegaran a través del aire desde el SUR muchos abrazos.
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Ya decía yo que sentía un calorcito mañanero la mar de agradable. Gracias guapo!
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