Día 42. Coll de Banyuls-Llança: La venganza del gigante.

Amanecer desde el Coll de Banyuls. La foto no hace justicia.

Amanecer desde el Coll de Banyuls. La foto no hace justicia.

El Pirineo se venga de mí por osar atravesarlo. Y lo hace complaciendo todos mis deseos (¿recordáis aquello del «ten cuidado con lo que pidas, no sea que se te conceda»?). ¿Que quería calor? Un sol de justicia. ¿Que no quería zarzas? Nada de zarzas, solo miles de brotes de encinas (con hojas de picos afilados) y aliagas (para que nos entendamos, el arbusto del que debieron hacer la corona de espinas de Cristo), todas ellas en densidad, proximidad y abundancia mucho mayores que las de las zarzas del otro día. ¿Que quería perspectiva? Un camino que recorre las crestas (a pleno sol) de un cerro pelado detrás de otro. ¿Que quería caminos anchos? Kilómetros de interminables pistas resecas (también a pleno sol).

Aliagas (creo)

Aliagas (creo)

Y además, el mar, tan cercano ayer y tan próximo esta noche, se aleja en vez de acercarse y se esconde detrás de las últimas manifestaciones montañosas con las que los Pirineos acaban sumergiéndose en sus aguas. Porque la costa que ayer veía era la francesa y hoy toca dirigirse al sur, a una costa más lejana, que solo permite ser vista a escasa media hora del final. Desesperante. ¿Quién dijo que por ser la última etapa fuera a ser fácil?

A pleno sol.

A pleno sol.

Un día duro que ha comenzado con el ritual, casi religioso esta vez, de preparación de la mochila, poco después de asistir a un salida del sol espectacular: una bola de fuego roja surgiendo del mar que ilumina poco a poco el entorno y que anuncia un día especial. Recoger el saco, la colchoneta (que hoy, justo hoy, se ha pinchado definitivamente), los últimos restos de comida, ordenar la ropa, revisar que esté todo, encender el GPS… Lo dicho, un ceremonial cuarenta y dos veces repetido que hoy realizo con especial consciencia y cuidado.

Por fin, al fondo, Llamça.

Por fin, al fondo, Llança.

Y he llegado. Y me produce escalofríos el pensar que el mar que veo está a 900km de aquel por el que empecé (y después de mucha subida y bajada, y piedra, y caminos de todos los tipos imaginables –y algunos inimaginables–, y paisajes increíbles, y…) Y toca relajarse y celebrarlo y mañana hacer un último esfuerzo, una pequeña propina, para llegar al precioso y salvaje Cap de Creus y sentir, definitivamente, que esta aventura ha acabado como se merece. ¿Continuará?

Por visotros!

Por vosotros!

14 comentarios en “Día 42. Coll de Banyuls-Llança: La venganza del gigante.

  1. Felicidades! He estado pensando en ti, esperando que todo vaya bien, desde el día que nos fuimos cada una en nuestros caminos. Me da ganas de volver, pero esta vez caminar todo el camino, ojalá un día pueda. Hasta luego!

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    • Muchas gracias guapa!!!! Finalmente, acabé, como quería y vuelvo para casa en un par de días. Cuando queráis, sabes que tenéis casa en Sevilla! Un fuerte abrazo!

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  2. Un enorme placer haberte acompañado, aunque he sufrido con las zarzas, los zapatos, la lluvia… el blanco existe porque existe el negro.
    Gracias por contárnoslo.
    En Sevilla tendremos que celebrarlo de verdad. Va por tí Elisa! Muacccc!!!

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    • Muchísimas gracias de nuevo Carme, por tu soporte, tus comentarios (¡y tus puntualizaciones!). Un muy fuerte abrazo y espero que coincidamos pronto en alguna salida!

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  3. ¡¡ Enhorabuena Elisa por haber conseguido tu objetivo !!, ha sido un placer enorme haberte leído en todas esas interminables jornadas de subidas y bajadas, euforias y desalientos, esfuerzo y relajación, alegrías y tristezas, en fin un lujo. Gracias por todo y también por esa forma tan amena que tienes de contar las experiencias. Bss

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