Día 39. Coustouges-Las Salinas: ¡Veo el mar!

Aunque parezca increíble, al fondo está el mar.

Aunque parezca increíble, al fondo está el mar.

Después de la locura de caminos de ayer, se agradece la anchura de la mayoría de los de hoy. ¡Y la perspectiva!¡Ya se adivina el mar! Aún así el tiempo se empeña en estropearse y, aunque no ha llovido, a eso de los dos de la tarde, el cielo se ha teñido de gris y el viento se ha desatado. Y ambos han estropeado ligeramente mi subida al Roc de Frausa (la penúltima de las ascensiones de esta travesía) y han destruido la posibilidad de disfrutar de ese camino «entretenido» (otro eufemismo del libro de Desnivel) y del paisaje.

Me sigue llamando la atención la casi absoluta soledad en la que transcurren estos días. Salvo las zonas en las que mi camino se cruza con el GR10, prácticamente no veo a nadie. Transito por pistas semiabandonadas en las que apenas ocasionalmente encuentro rastros de una vida anterior. Como en el Pla de la Folguerola: restos de un chiringuito y de columpios, y una balsa medio vacía que enseña parte de su cubierta de plástico y que es en todo similar a aquella, a muchos kilómetros de distancia, en la que Arno encontró (o buscó, nunca lo sabré) su fin. Imágenes oscuras que no quiero negarme porque, a pesar de su dramatismo y de haber ocurrido años después de nuestra separación, forman parte de mí. Y quiero que sea así.

Más de veinte metros cúbicos de roca (la de arriba) aprentemente sujeta por "palillos" y debajo de la cual tengo que pasar en el Roc de la Campana

Más de veinte metros cúbicos de roca (la de arriba), aparentemente sujeta por «palillos» y debajo de la cual tengo que pasar, en el Roc de la Campana

A las cinco, en las Salinas, un antiguo convento reconvertido en alojamiento rústico (que no rural) y luego en restaurante (hoy cerrado por fiesta local). A las seis, la tienda montada. A las siete, Sergi y Ana me invitan a un vino en el refugio (no guardado, ocho metros cuadrados con chimenea y literas metálicas para quien lo necesite). A las ocho, en la cama. Hace frío. Toca dormir y volver a recordar esta mañana en Coustouges cuando, al devolver la llave, ¡he sido saludada por el alcalde!. Para él soy la «randoneusse qu’a arrivé tard». Para mí son el pueblo más acogedor que he encontrado.

2 comentarios en “Día 39. Coustouges-Las Salinas: ¡Veo el mar!

  1. Peroooo has visto el mar? Has olido el salitre? Has visto ya alguna gaviota a lo lejos? Has oído al de la fanta y al de las hamacas? Creo que en tu lugar nunca me habría gustado tanto la playa 😂😂😂

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